martes, mayo 14, 2024
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Un Instituto Politécnico Loyola en Dajabón

El autor es economista. Reside en Santo Domingo

En este espacio que ya se aproxima a dos décadas de trabajos relacionados a economía, tecnología y geopolítica, presentamos este nuevo artículo honrando la presencia de 71 años en la vida académica dominicana del Instituto Politécnico Loyola, radicado en San Cristóbal.

El año 1952 registra para la República Dominicana un momento particular, convertido al transcurrir el tiempo en soporte esencial en la formación académica técnico-profesional.

La presencia del Instituto Politécnico Loyola en nuestra nación nos ha dado el privilegio de vivir experiencias que han tocado las fibras más sensibles de nuestro ser como ciudadano. Esta exposición no es un escrito generado por las urgencias propias de la coyuntura actual que vivimos, es una expresión generada desde lo más profundo de nuestros sentimientos de gratitud hacia una institución académica que durante siete décadas ha formado recursos humanos que brindan un servicio eficiente a la sociedad desde diversas ramas del saber, una muy particular: la agronomía.

Loyola, hoy presidido en su rectoría por el padre José Altagracia Victoriano, con una filosofía educacional inspirada en el pensamiento jesuita de San Ignacio de Loyola, nos ha brindado la dispensa de su presencia convertida en paradigma de calidad académica.

Nos encontramos entonces con un proyecto educacional que trasciende más allá del formalismo, llevando el compromiso de formar profesionales en valores, con propósitos de engrandecer la nación.

Esta inigualable institución permitió nuestra colaboración como ministro de Agricultura y ser testigos de su peso específico como forjadora de profesionales en el sector agropecuario que han jugado papeles preponderantes en el trabajo técnico profesional agrícola de la República Dominicana. Su capacidad de generar este tipo de peritos nos permitió una integración colaborativa donde centenares de estos lograron complementar su instrucción en el exterior canalizadas por el Ministerio de Agricultura que dirigimos del año 1966 al 1970.

De los aportes del Instituto Politécnico Loyola (polivalente y estatal) como forjador de profesionales en el área técnico profesional agrícola, se registra a través de su historia la formación en sus aulas de seis ministros de Agricultura y un Presidente de la nación.

El ámbito educacional de esta connotada institución académica refiere profesiones en el orden de la ingeniería y lo técnico fundamentales en el desarrollo de la nación, referimos: Ingeniería Agroempresarial, Eléctrica, Industrial, Redes y Telecomunicaciones; mientras que en las profesiones técnicas nos encontramos con desarrollo de Software, diseño y Manufactura, Electricidad Industrial, Mecatrónica, Procesamiento de Alimentos, Redes y Seguridad Informática, incluidas en sus ofertas académicas focalizadas a las necesidades profesiones pertinentes y adecuadas al desarrollo nacional; con una matrícula de 7,271 alumnos en el año 2023, aportando 25,645 profesionales a la sociedad en 71 años de vida académica.

Nos encontramos en presencia de una institución con fines académicos muy marcados y vinculantes al desarrollo de la nación.

La sociedad contemporánea invita a la preparación de cambios constantes en los tópicos de incidencia.

Revisando el desempeño académico del Instituto Politécnico Loyola en 71 años de existencia en la vida nacional, ciertamente estamos en presencia de una academia que ha percibido y tenido la virtud de proyectar en el tiempo su desempeño como forjadora de profesionales y técnicos a la luz de los requerimientos que exigen los tiempos.

Línea Noroeste

Hoy, la República Dominicana ve expandir sus potencialidades como nación enclavada en una zona geográfica que le brinda el privilegio de poder suplir bienes a la costa Este de los Estados Unidos con un mercado de 120 millones de consumidores pudientes, en una coyuntura donde la reducción paulatina de la globalización con el Nearshoring como mecanismo exportador por excelencia, ha de focalizar el país hacia dos asuntos esenciales de los cuales uno, la construcción del puerto de Manzanillo, ya lo hemos expuesto desde hace 25 años; y el otro, el fortalecimiento del Instituto Politécnico Loyola con las mismas características del de San Cristóbal en la provincia de Dajabón.

Este proyecto encabezado por su exrector padre José Núñez Mármol, recibiendo el apoyo masivo del Gobierno, se convierte en esencial partiendo de la premisa de que la Línea Noroeste ha de convertirse en una zona geográfica receptora de empresas que requerirán de mano de obra tecnificada garante de poner en puerto los productos exportables a la costa Este de los Estados Unidos.

Cuba es la otra nación que podría suplir a ese mercado, pero no tiene relaciones comerciales con Estados Unidos. México por su parte suple la costa Oeste de esta nación y, desde hace tres años, al dar prioridad al Nearshoring ha pasado a hacer exportador mayor que China hacia el mercado estadounidense.

La Línea Noroeste tiene en el Instituto Politécnico Loyola la representación máxima de garantía en la generación de los profesionales que han de contribuir a que la nación pueda, desde esa región, suplir el mercado este norteamericano.

Sede del Instituto Politécnico Loyola en San Cristóbal

La presencia de esta sin igual academia, cumpliendo sus 72 años de operatividad en la sociedad dominicana, augura un provenir promisorio para las generaciones presentes y futuras, en consecuencia, para la nación.

Tenemos la certeza, brindada por la experiencia de haber conocido tan magna obra educacional, que su presencia ha sido y es fundamental para la República Dominicana sobre todo en momentos como los actuales donde la eficiencia de las instituciones académicas han de jugar rol esencial en la instrucción que el desarrollo de la ciencia y la tecnología exigen, convirtiéndolas en aliadas del desarrollo nacional.

La ocasión es oportuna para celebrar la presencia del Instituto Politécnico Loyola en suelo dominicano; su recorrido ejemplificador de dedicación a forjar recursos humanos aptos para integrarse y contribuir al desarrollo de la nación, han quedado registrados en instituciones públicas y privadas; en obras y proyectos nacionales.

¡¡¡Honor a quien honor merece!!!

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